Ayer me fui a la cama desilusionada, frustrada y, sobre todo, decepcionada. No entiendo la victoria del Partido Popular en estas elecciones, ni tampoco que haya aumentado sus escaños respecto a las anteriores.
Ganó el partido de la corrupción, el partido de «Luis, sé fuerte», el partido de la amnistía fiscal que tantos millones nos ha costado a los españoles. Ganó el partido que no castiga como se merece al que la hace, pero si al que la hace por sobrevivir en esta sociedad cada vez más desigual, al que lucha por la igualdad y se reivindica. Ganó el partido que obliga a jóvenes y parados salir de sus casas e irse a otro país para buscar un trabajo que tenga algo que ver con su formación. Ganó el partido de los recortes en sanidad y en educación, de la subida de impuestos, de las privatizaciones, de la LOMCE. Ganó la hipocresía y la mentira. Ganaron los ricos. Perdió el pueblo, esa mayoría de personas que están cansadas y hartas de esta situación porque no ven la luz al final del túnel. Y es que perdió el cambio.
Nos hacen creer que nos estamos recuperando, que el paro está bajando, que las reformas impuestas desde Bruselas han dado sus frutos, y no es así. Se está creando empleo, sí, pero ¿qué clase de empleo? Precario, con condiciones que no son dignas y con contratos temporales. La consecuencia de esto es que ahora la gente vive para el trabajo porque el sueldo que gana no le llega para vivir.
También alardea de que la sanidad española es la mejor, de eso no me cabe duda, pero recortó y privatizada, aún sabiendo que todo el mundo iba a estar en contra de ello. Lo mismo sucedió en educación. Los estudiantes se manifestaron porque es injusto que ahora hayan menos becas que antes, es algo ilógico porque ahora es cuando más las necesitan. Muchos jóvenes han dejado de estudiar porque no se lo pueden permitir, no tienen con que pagarlo y encima no les dan beca. Estudiar se ha convertido en algo que solo pueden disfrutar los privilegiados y no todo el mundo, algo que choca con lo que dice la Constitución Española.
Asimismo, cuando se habla de la deuda que tiene España con la Unión Europea, dice que jamás hemos sido rescatados, que Europa no nos ha inyectado dinero. ¡Mentira! Nos ha endeudado más de lo que estábamos porque sí que pidió el rescate, y lo mejor de todo es que criticaron a Zapatero cuando estaban en la oposición y casi lo pide. Y lo que me enfurece más es que utilizó las ayudas públicas para rescatar a las entidades bancarias y pagar las deudas privadas, en vez de invertirlas en educación, sanidad y en ayudar a los más necesitados. Ha empleado el dinero de todos los españoles, el tuyo, el mío, el del vecino, en ayudar a los bancos, los mismo bancos que no conceden créditos.
Pero si te digo la verdad, hay otra cosa que me preocupa: la hucha de las pensiones. Es el partido que la ha vaciado, que ha invertido parte del dinero de las pensiones en comprar su propia deuda pública. ¿Qué les deparará a los futuros pensionistas? ¿Qué nos deparará a los jóvenes?
Ayer era un día importante para luchar por el cambio y lo único que hemos demostrado es que somos, como dice mi padre, unos borregos, unos masoquistas. ¡Parece que nos gusta sufrir! No aprendemos de nuestros errores, seguimos creyéndonos sus mentiras, y lo peor de todo es que se está perdiendo la esperanza en este país y en el cambio porque no llega. Y nunca va a llegar si seguimos así, votando a la austeridad, a los recortes, a la precariedad.
Ayer premiamos al robo, a la falsedad, a la evasión de impuestos, a las cuentas de Suiza y Panamá. Ayer, por miedo o por lo que fuera, no le dimos una oportunidad al cambio, y eso me entristece.
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