«Todos los niños crecen, excepto uno». Así comienza la aventura más maravillosa que Wendy, John y Michael pudieran haber soñado nunca. Junto con Peter Pan y Campanilla vuelan al País de Nunca Jamás, donde conocen a los niños perdidos, a las hermosas sirenas de la laguna, a los pieles rojas y su princesa Tigridia, y a los terribles piratas, capitaneados por el malvado Garfio.
Una novela inmortal que hará que la magia, la fantasía, la libertad y la diversión entren en la vida de los lectores para siempre. Para los niños, leer esta novela es adentrarse en un mundo mágico lleno de aventuras; para los mayores es revivir aquellos días en que creíamos en las hadas y volábamos cada día a nuestra propia Isla de Nunca Jamás.
OPINIÓN PERSONAL:
Llevaba tiempo queriendo leer Peter Pan, un clásico donde los haya, ya que una parte de mí quería descubrir verdaderamente los orígenes de la película de Disney y, porque no, también la de carne y hueso. Quería explorar (e imaginarme) el País de Nunca Jamás a través de las páginas y no de una pantalla.
Finalmente lo he conseguido, sino no estaría escribiendo estas palabras, y tengo que decir que el libro me ha sorprendido, pero para mal. ¿Por qué? Porque me esperaba un Peter Pan más inocente, travieso, con un gran corazón, vamos, como lo pintaba Disney y me he encontrado con todo lo contrario. El Peter Pan de Barrie es alguien distraído, egoísta, engreído, un poco dictatorial, que habla de matar como si fuera algo normal para un niño. Es un personaje que no me ha gustado para nada porque tampoco se ha visto una evolución en él a lo largo de la historia. Es que me ha parecido más malvado Peter Pan que el capitán Garfio, y eso que en las películas el pirata es un personaje que con sólo mirarle impone.
«Morir será una aventura impresionante.»
Estos pequeños detalles son los que quizás me han chocado un poco y han hecho que una de mis historias de la infancia favoritas acabe no siéndolo. Si sería pequeña y leyera o me leyeran el libro no querría irme al País de Nunca Jamás con él, ni soñaría con querer volar, ni nada por el estilo. ¡Ni lo pensaría!
No obstante, hay que destacar que me leí el libro teniendo en mente la película de dibujos y la de carne y hueso, por lo que quizás eso también ha podido influir un poco a la hora de valorarlo.
«– Mamá, ¿es qué hay algo que nos pueda hacer daño, después de encender las lamparillas de noche?
– No, mi vida –dijo ella–, son los ojos que una madre deja para proteger a sus hijos.»
Además de que el Peter Pan del libro no me ha gustado nada, a la vista está, me han faltado esos momentos de MAGIA que en el libro no se dan pero que en la película de carne y hueso sí (son mis escenas favoritos).
¿Por qué para que Campanilla resucite en el libro basta con aplaudir y en la película hay que gritar a los cuatro vientos: “Yo creo en las hadas”?
¿Por qué Garfio no vuela en la obra y en el largometraje sí?
¿Dónde está ese beso tan poderoso entre Wendy y Peter?
En cuanto a la forma de narrar de Barrie hay que decir que me ha impresionado y, esta vez, es para bien. Tiene una manera de narrar los hechos especial porque cuenta las cosas sin contar, anticipa para enganchar al lector y, encima, interactúa con él. Es algo que nunca había visto en un libro y me ha parecido interesante. También emplea un lenguaje muy irónico y gracioso en algunos puntos y utiliza descripciones que no se hacen nada pesadas pues son precisas. Peter Pan, en líneas generales, es un libro que se lee con facilidad y con rapidez porque es de poca extensión y aparecen, de vez en cuando, ilustraciones.
«La escena no podría haber sido más encantadora, pero no había nadie para contemplarla, excepto un extraño chiquillo que miraba por la ventana. Tenía alegrías innumerables que otros niños jamás llegan a conocer, pero estaba contemplando por la ventana la única felicidad a la que jamás podría aspirar.»
En conclusión, Peter Pan es un libro que no recomendaría porque personalmente no me ha gustado. Yo lo leí porque quería explorar, conocer su procedencia, pero si hubiera sabido que me iba a desencantar de esta manera no lo hubiera leído nunca. No obstante, el mensaje sigue siendo el mismo: seguir siendo un niño para no tener preocupaciones.
"El chico del libro".
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