domingo, 25 de septiembre de 2016

Inspiración

¿Nunca os ha pasado que no sabéis como plasmar eso que se te viene a la cabeza en un papel? A mí sí. Aunque tenga miles de ideas y pensamientos rondando por mi mente muchas veces no sé cómo expresar lo que pienso. Me falta inspiración.
Pero ¿qué es la inspiración?
Es más fácil explicar lo que no es. La inspiración, claramente, es algo que no se ve, invisible ante nuestros ojos porque está dentro de nosotros, de nuestro cerebro. Habrá miles de definiciones distintas y posibles sobre este concepto, todas válidas, porque cada persona es un mundo y piensa diferente.
Para mí es aquello que despierta nuestra mente, esos momentos de lucidez que tenemos en donde las sensaciones, las reflexiones, los sentimientos… afloran de repente ametrallando nuestra cabeza con ganas de salir. Nos ayuda a ser más originales, más vivos, porque cuando estamos inspirados las ideas salen solas, con soltura, sin necesidad de parar para poder pensar en eso que queremos expresar.
Pero ¿qué pasa cuando nos falta inspiración?
Tenemos dos opciones. La primera es esperar sentados a que vuelva a nosotros como algo caído del cielo, pero esto e lo peor que podemos hacer porque a la inspiración no hay que esperarla, sino buscarla, que sería la segunda opción. Si aguardas a que la inspiración venga a ti puede no hacerlo, impidiéndote exteriorizar lo que sientes. En cambio, si la buscas al final la encontrarás, te cueste mucho o poco. Es como buscar un tesoro con la ayuda de un mapa, solo que en este caso el mapa es lo que se encuentra a tu alrededor.
Busca la inspiración en eso que te rodea (una canción, una imagen, la naturaleza…), pero sobre todo, en lo que nadie ve y tú sí. La inspiración puede estar en las cosas más insignificantes y minúsculas de la vida, convirtiéndolo en algo valioso e importante.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Despedidas

A veces la vida puede llegar a ser tan injusta. ¿Por qué las personas que más queremos acaban yéndose de nuestras vidas, de nuestro lado? Porque es ley de vida. Todo lo que nace, nace para morir y todo lo que muere, muere para nacer. Es una rueda que gira y gira en el tiempo y nosotros debemos rodar con ella.
La vida es un ciclo sin final. Está llena de felicidad, gratitud, serenidad, esperanza y amor; pero también de dolor, tristeza, añoranza, soledad y de despedidas. Sobre todo, de despedidas.
Decir adiós nunca es fácil, y más si sabes que esa persona no volverá a estar a tu lado, sonriéndote o abrazándote. Pero eso es mejor que nada. Es mejor decir adiós a tiempo que guardarte un “te quiero”, un “no te olvidaré”, un “nada volverá a ser lo mismo sin ti”, porque eso a la larga te acaba quemando. Pero, ¿qué pasa cuando no llegamos a tiempo? ¿Acaba consumiéndote de tanto arder?
Alguien me dijo que hay que dejarlo ser, que igual no está en nuestra raza despedirnos porque quizás no podemos hacerlo o no tenemos el valor para ello. Desprendernos del único recuerdo que nos queda es algo que quizás no queramos hacer, ya que no pretendemos que ese capítulo de nuestra vida acabe.
Por eso, cuando las despedidas son a destiempo, solo nos queda pensar que aquél que ha partido está ahí, convertido en nuestro ángel de la guarda o en energía purificadora. Un ángel o energía que nos guía por la ruta de la vida, velando nuestras noches y espantando nuestros miedos. Abriendo nuestros ojos a nuevas oportunidades y poniendo en nuestro camino a personas por las que si vale la pena seguir.
Por todo ello, gracias.
Esto también lo puedes encontrar en Texto en Sentimientos.